La Antorcha Transgeneracional
La vida es una espiral. Doy con la misma experiencia una y otra vez . Las experiencias se repiten como los patrones oníricos. Lo que cambia es el conjunto de recursos de los que dispongo para enfrentarme a cada vivencia.
Lo mismo sucede con los encuentros. He conocido a la misma persona con tantos nombres distintos que se me confunden. Lo esencial no se distingue solo el ropaje de su alma.
Antes le atribuía un elemento espiritual para así comprender esta repetición como una faceta del destino. La experiencia y la sabiduría lo ha simplificado. Entiendo que es mi subconsciente que rebusca en el exterior lo necesario para que comprenda mi propia realidad. La frontera entre el universo y yo es aquello que demuestra lo único de mí, lo que me define como persona. Es fácil refugiarme en una identidad de mi propia creación para engañarme con la delusión de que puedo manipular mi existencia para crear una experiencia idealizada.
Esta creencia despierta mi autenticidad para evocar las emociones que me recuerden que no soy más que el hijo de mis padres, el encargado de seguir con los procesos que ellos no pudieran cerrar.
He huido de la familia por miedo de parecerme a ellos. Sólo me fijaba en cómo fallaban mis expectativas. Alejarme me facilitó la toma de consciencia. Lo que rechazo de mis padres es lo que detesto de mí.
La madurez me aporta la empatía para observar a mis padres sin juicio y reconocer la hermosa perfección de su amor. Me doy cuenta de lo que les ha supuesto acompañarme incluso cuando ponía tanta distancia entre nosotros. Tanto mi madre como mi padre han intentado darme lo que anhelaban sin saber que mis deseos son diferentes. No son ni mejores, ni peores, sino míos.
Entiendo que siempre me han tratado con los recursos disponibles y desde la perspectiva que conocen. Quizá lo más difícil en la vida es aceptar tanto lo mucho que nos parecemos como lo único que es cada persona. Experimento cada vivencia consciente de cómo otros lo han hecho y agradecido por sus consejos pero dispuesto a caerme para levantarme de una manera distinta y propia. De este modo, sigo el legado de mi linaje, el viaje que desvelará la autenticidad que yace detrás de los introyectos y las proyecciones que uso para disfrazarme.
Las experiencias y los encuentros de mi vida me han ofrecido las herramientas para recibir el amor de mis padres sin exigencias. Me libero de las condiciones que me causaron centrarme en nuestros fallos compartidos Acepto la antorcha que alumbra el camino de mis antecesores y comprendo que soy responsable de seguir adelante con aceptación, amor y la curiosidad que me permite aprender de cada vivencia antes de ceder esta antorcha a mi hijo cuando proceda.
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