El Espejismo del Amor Perfecto
Uno de los grandes desafíos de la sociedad contemporánea es comprender que el espejismo de la relación perfecta es un objetivo inalcanzable fuera del ámbito de la ficción superficial. La perfección difumina cuando la ceguera de la novedad deja paso al proceso subjetivo de la domesticación de la fiera de la pasión. Hay un proceso incesante de cambio que se alimenta de las experiencias que surgen de forma inesperada y en rebeldía a la rutina que impones para satisfacer la delusión del control.
Conoces a personas cuya luz alumbra lo que desconoces de ti. La iluminación te deslumbra y te anima a alterar el rumbo de tu vida. Lo que se te olvida es que por mucho que intentes escaparte de tu realidad, todos los caminos te llevan de vuelta a ti. Lo único incierto es cómo y cuándo. Hay acompañantes que se quedarán atrás y otros que seguirán, quizá de una manera inesperada.
Enamorarte es el orgasmo de los sentidos: Un impacto tan potente y capaz de hacer temblar los cimientos de tu existencia. Te surgen dudas existenciales cuyas respuestas no las tiene quien te distrajo. Tal vez, su presencia desvela lo que antes ni se te ocurriese preguntarte. Su idealización te invita a indagar más en ti. Te acompañará en ese pasaje por tu oscuridad que te llevará a las respuestas a lo que no te atrevías a preguntarte hasta que te atrevas a soltar el espejismo y aceptar tu realidad con o sin esa persona.
El amor consiste en aceptar la impermanencia que te permite aprovechar el presente. Amar a alguien no es encarcelarle a un momento que pasará. Tomar consciencia de ello, te permite aceptar la maduración de cada relación. Algunas perduran adaptándose a vuestra coyuntura. Otras se limitan a un recorrido de aprendizaje antes de quedarse redundantes.
El único amor eterno es el tuyo propio.
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