Despertar en el Paraíso
Los cambios no avisan su llegada. Pueden pasar años hasta que te des cuenta de que ya no te miras de la misma manera o que el vocabulario que empleas para intimar contigo mismo se ha intoxicado. De niño, todo era un juego. A veces ganaba y otras veces, no. Pero, la derrota difuminaba en el comienzo de otra aventura. A diferencia del adulto que guarda las derrotas como trofeos que muestran la gloria del fracaso y enriquecía el discurso autocrítico.
Me asusta el rechazo que me producen los cumplidos. Se ha vuelto una reacción natural por la destreza conseguida con tanta práctica. Me he notado ágil y mordaz al contribuir a la tendencia de esconderme de mi propia luz. Me resultaba inconcebible imaginar que podría aliviar la carga emocional de alguien al pensar que mi presencia misma impedía su camino.
Permitir mi egoísmo desveló mi realidad, como si me despertara de una pesadilla. La que había elegido protagonizar. La temperie de mis emociones ni se entreveía detrás de una sonrisa y unas palabras de elogio para quien estuviese delante.
Comprendí, de repente, que así sólo hacía gracia a los que buscaba un bufón. Valorarme es una elección mía. De nada me servía lamentar que nadie me tomaba en serio cuando me limitaba a entretener al ajeno.
Así fue mi despertar, cuando abrí los ojos y me estudié en el espejo. Tampoco estoy tan mal para la edad que tengo, ni siquiera si tuviese algunos años menos. Siempre habrá alguno más sabio y otro más fuerte. Pero, soy el rey de mi paraíso del sentir. Nadie me quitará el trono. Estoy orgulloso de cada herida que muestra que me caí. Pero, también me levanté de nuevo. Mi mundo no es como imaginaba. Pero, es real y es exactamente como necesito que sea.
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