Aprendiendo lo que no Supe Comprender
Te han enseñado que los traumas infantiles albergan los aprendizajes para crear relaciones sanas. Pero, según te alejes de la juventud, desvanecen los recuerdos de tu infancia y las relaciones que experimentabas entonces. Te desespera sentir que el pasado que se esconde en el olvido te sentencia a fallar una y otra vez en el amor, tanto de pareja como en crear vínculos cercanos de amistad.
Te costó comprender el abandono y rechazo que te sentiste y más aún cuando ese parental lo contradice con declaraciones de amor. Te cuesta distinguir entre la verdad de tu sentir y la que escuchas en las palabras de tu madre o padre. Ese dolor que yace detrás de tu sonrisa y esa mirada amorosa parece insaciable con los recuerdos borrosos.
Con los años, te has cansado de las evasiones dispares que han amainado tu sufrimiento. No puedes huir de todo. Te consume el desgaste energético y te das cuenta de todo lo que estás perdiendo de camino.
Pues, ha llegado el momento de dejar de crear un oasis adonde escaparte de la sequía. Ese desierto sólo existe en tu mente. Abre tus ojos y contempla la riqueza de lo acumulado, como árboles en un inmenso bosque. Las relaciones que has disfrutado te han premiado con aprendizajes sobre tu autenticidad. No entendías tus padres hace años, pero ahora que ha desvanecido la idealización de la niñez, aprecias que son humanamente imperfectos.
Toma tu tiempo para observar la relación actual y déjate sentir las decepciones que te han desvelado su realidad. Las culpas que proyectas en ellos te enseñan tus batallas contra ti mismo. Te aclaran los conflictos que esperan una resolución que te acercarán a ellos y, como consecuencia, a ti.
Comprende que cada uno expresa el amor como mejor sepa. Lo cual no garantiza que lo comprendas o que lo reconozcas. Pero te ofrece la posibilidad de aprender que por muy diferente que sea su manera de amar, sigue siendo amor.
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