La Valentía de Aprender a Amarme
Cuando me castigaba por mis fracasos no me daba cuenta de la perfección de esas experiencias debido al sufrimiento que sentía al no aceptar la lección que me aportaban. Me perdía en el empeño de controlar el destino, de desviarme del camino que había elegido transitar para aprender lo que no entendía. Es precisamente por esa ignorancia que requería pasar por lo aparente imperfecto. El grado de dolor que provoca cada suceso revela la importancia que tiene.
Hay lecciones que exigen gran valentía, tanto que he tenido que dosificar el aprendizaje, pasando por esa misma circunstancia varias veces. Con cada repetición he podido profundizar en la oscuridad sin perder de la vista la luz que me permite integrar lo otorgado. He sentido el dolor incrementar con cada reincidencia como si penetrase la herida para sacar la putrefacción y ver con más claridad lo que yace dentro. Son estas lecciones las que me han permitido romper los patrones que se formaron para que pudiese aguantar la trascendencia de la lección, dosificando el dolor desgarrador de la transformación que implican.
Paulatinamente he conseguido interpretar estas transformaciones como la aniquilación de las partes de mí que había creado para esconder la autenticidad que temía mostrar en una realidad que no era mía. En la aceptación plena desprendía del vestuario con el que me disfrazaba del rey que nunca fui. En la desnudez de mi honestidad muestro las cicatrices que decoran mi piel como recuerdos de las veces que me he arrastrado sobre las espinas que servían para avisar que ese camino no era el mío y también los moratones de las peleas conmigo mismo cuando trataba de rebelarme contra el destino que había decidido crear para mí mismo para volver a mí y recordar aquella sabiduría con la que anhelaba reencontrarme desde que dejé de escuchar al niño que habita dentro de mí, negándole el amor que es suyo y es mío, aquello que prendió la fogata del Amor Incondicional delante de la que vuelvo a sentarme hoy contigo en la noche veraniega debajo de las estrellas fugaces de todos que habéis compartido estas lecciones conmigo. Os quiero hoy y siempre.
