El Sol de la Esperanza

El sol pega fuerte, sobre todo cuando no quiero salir de la oscuridad. En los momentos de la vida que siento que necesito alejarme de todos y de todo para cuidadosamente desmontarme y reconfigurar las piezas que se han desencajado y por las grietas se escapa el Amor Propio como el goteo de una copa rota de vino exquisito.

A veces cuesta tanto tender la mirada a la fogata que alumbra mi paraíso y sentirme seguro que es el Amor que me calienta las extremidades y no la pira funeraria de mis infiernos. Carente del miedo del sacrificio, me dispongo a desafiar del patrón de muerte y resurrección. En un acto de valentía, elijo dirigirme hacia la luz. La vida entera ha sido un ciclo de destrucción que me ha aportado grandes aprendizajes y tomas de consciencia. No obstante, siento que ha llegado una nueva fase en la que los astros me llevan a buscar la resolución a mis carencias en el empoderamiento del Amor Propio.

Uno que se ama de verdad no necesita destruir su imperfecta perfección, sino encontrar en ella la maravilla que sólo veía en otra persona, una hermosa reflexión de la pureza del amor que alberga mi alma. Al darme cuenta de que la aniquilación de mi Ser sólo me trae a la misma bifurcación, embarco por el otro sendero. Seguiré el sol radiante que brilla en reconocimiento de lo mucho que he vivido y aprendido en mi andar por la oscuridad de la larga noche del alma. Pero, enderezo la espalda y miro adelante con la cara alzada con el orgullo de haber superado todo lo necesario para poder estar aquí, sin armas o coraza en mi hermosa desnudez emocional y espiritual, preparado para recibir las lecciones desde el Amor Incondicional independientemente del dolor agudo que provocan muchas de ellas. Acepto la riqueza del camino de aprendizaje que eligió transitar mi alma en su búsqueda de las verdades de la sabiduría que se esconde detrás de las ilusiones de la realidad que intentaba imponer a la experiencia terrenal que me corresponde vivir.